miércoles, 25 de junio de 2014

EL ENVEJECIMIENTO EN EL CAMPO INTERDISCIPLINARIO DE LA BIOÉTICA

las vinculaciones e interfaces entre la Bioética y el tema del envejecimiento. Son tres los aspectos que nos parecen más evidentes.
En primer lugar, el ámbito de la ética clínica, que sobrepasa el ámbito cubierto por los Comités de Ética Hospitalarios. Respecto de la ética clínica es posible enunciar, a lo menos, dos exigencias: publicitar y repercutir, por un lado, las preocupaciones y discusiones que identifican constantemente obstáculos y escollos, y reforzar, por el otro, el ámbito de la enseñanza de pre y post grado, en especial en el campo de las ciencias médicas -como se ha hecho con los cuidados paliativos y la temática de la muerte y del morir- la reflexión sobre los ejes en torno a los cuales se construye la relación entre ética y envejecimiento.
En segundo lugar, instaurar, con ocasión del envejecimiento, la reflexión sobre un aspecto que adquiere mayor relevancia a medida que crece la influencia social y cultural de la Bioética. Una serie de preguntas nos permiten dar cuenta de este desafío: los discursos que desarrolla la Bioética sobre déficits y carencias y, más aún, sobre otras percepciones y maneras de concebir la relación entre las generaciones, lo que incluye la temática del envejecimiento, ¿Son parte constitutiva de los discursos que la sociedad desarrolla sobre sí misma? ¿Son una parte "técnica", cuya tarea es "recordar" lo que la sociedad "olvida" a causa del ritmo acelerado de los tiempos que corren? O más bien, ¿el discurso de la Bioética es una especie de conciencia crítica que propugna "correcciones", pero también cambios sustanciales en la manera como se vive la sociedad?
Es evidente que no podemos responder estas preguntas, mas todas ellas dan cuenta de una conexión íntima entre el desarrollo de la Bioética y una creciente lucidez crítica de una parte de la sociedad sobre las dinámicas presentes en el mundo actual. En la medida en que sigamos cultivando la Bioética es nuestro deber sostener las temáticas urgentes que nos definen, velando porque ninguna forma de recuperación se ejerza sobre ellas.
Esta segunda exigencia nos conduce directamente a una tercera, que enunciamos tímidamente, justamente por su grandilocuencia; es decir, aquella que se desprende de la relación entre la Bioética y la política. Esta relación es evidente, independientemente de trivialidades y "fantasmas" que su enunciado puede provocar. La reflexión y acción de la Bioética es política en la medida que examina, critica, devela e intenta corregir las formas y maneras como el ser humano vive en las sociedades actuales, cualquiera sean las especificidades, grandezas o dificultades de estas sociedades.
Una gran cantidad de temas a través de los cuales se expresa la relación entre ética y envejecimiento, tales como la preservación de la autonomía, la calidad de vida, la soledad y el abandono, la relación entre las generaciones, la falta de respeto de derechos característicos de la ciudadanía, que incluyen evidentemente las personas de la tercera edad, comunican con discursos que legitiman y explicitan los "objetivos" de una buena parte de las sociedades actuales. Lo referido vuelve evidente, más allá de una generalización abstracta y vacía, la relación entre Bioética y política, contribuyendo de manera esencial al establecimiento de límites y referencias respecto del accionar del Estado y de las instituciones en general.
La Bioética, a través de su capacidad de interpretar realidades, de interrogarse por la distancia entre el discurso y las prácticas -imaginariamente representadas como próximas al "progreso" deseado por todos- identifica incoherencias y fracturas que se enuncian en un espacio distinto a aquel donde se enfrentan las corrientes políticas tradicionales.
En la mayor parte de los casos, las fracturas e incoherencias develadas son "próximas" de la "realidad", es decir, pueden ser casi asumidas por todos, independientemente de sus opciones ideológicas; o bien, rechazadas, porque priman las opciones ideológicas. Esta eventualidad define y determina el carácter transversal de la Bioética. Desde esta perspectiva sería un gran error ignorar el riesgo que la reflexión y acción de la Bioética la conduzca a adoptar una postura exclusivamente religiosa o laica o adscrita a un partido político particular. Esto, a pesar que es parte de su "dinamismo" permea el discurso y el accionar de los poderes y de las instituciones.
Respecto de la relación entre Bioética y política cabría una reflexión suplementaria. En la medida en que la Bioética reflexiona sobre sí misma e inventa procedimientos que permiten superar escollos y dificultades, podríamos incluso afirmar que recrea la función política. Si se generaliza en el ámbito de la interpretación bioética el "procedimiento regresivo" que "permite desprender de las circunstancias, siempre particulares de la acción, los elementos normativos que permiten juzgarlas u orientarse en función de los que ellas sugieren" (Jean Ladrière, "Del Sentido de la Boética", p. 201, en Acta Bioethica, Año VI - Nº 2) o aplicar y profundizar el desarrollo de una "axiografía empírica" (Fernando Lolas, "Sobre constructivismo moral: necesidad de una axiografía empírica", en Acta Bioethica, Año VI - Nº 2), entonces la política podría disponer de modelos que no le permitan ignorar las realidades que la definen.
Más allá de lo señalado, el presente número del Acta propone a sus lectores y a la discusión general la temática del envejecimiento en sus múltiples facetas interdisciplinarias. Esperamos contribuir a una aproximación diferente del envejecimiento, reservándonos de volver nuevamente sobre la temática si consideramos que su urgencia merece nuevos desarrollos.
Cabe señalar, finalmente, que el próximo número del Acta se abocará a la temática de las nocividades alimentarias y ambientales.

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